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NOTAS

TERAPIA DE PAREJA

La construcción de una pareja es un proceso en el que se pasa de la centralidad del individuo a la pareja, a la construcción conjunta, hasta llegar al “nosotros”. Es un proceso gradual y no siempre se logra un verdadero contrato de pareja

TERAPIA DE PAREJA

El tema de los contratos de pareja fue muy bien desarrollado por el Lic. Alberto González, quien lo publicó en revistas especializadas en Terapia Sistémica y también lo expuso cuando lo invité al CE.A.P., el Centro de Atención Psicológica y Estudios Sistémicos que fundé y dirigí durante treinta años. Pero eso lo desarrollare en otra publicación.

 

En la construcción de la relación, como en cualquier sistema humano, hay reglas implícitas, o sea, no habladas entre los miembros de la pareja pero sí actuadas o sobreentendidas. Otras reglas son explícitas, fueron pactadas por ambos. Muchas veces, los implícitos son malentendidos dando lugar a problemas de relación. El supuesto da lugar al malentendido que da lugar a dificultades en la comunicación.

Cuántas más reglas implícitas tenga una relación su comunicación será menos clara, mientras que los contratos explícitos dan lugar a una mejor comunicación entre los miembros.

 

Un Sistema no es una suma de partes, es una interrelación, por lo tanto, en una pareja son dos y la relación emergente de ese vínculo. En una terapia de pareja somos cuatro los que formamos el Sistema Terapéutico: la pareja, cada miembro individual, la relación entre ellos y el terapeuta. Cada uno con su particular construcción de la realidad, de valores, idiosincrasias, características personales, dentro de un contexto social, de hijos, familias de origen de cada uno, ex parejas con o sin hijos: la compleja trama que forma un Sistema.

 

Todo esto hace que esa pareja sea única en el mundo, con una construcción de un modelo que garantice el mejor equilibrio posible, su matriz relacional.

Esta construcción y el equilibrio de la misma puede ir cambiando. En realidad los cambios que van produciendo diferentes acomodaciones a las circunstancias cambiantes del medio, nos hablan de flexibilidad, una garantía de continuidad de la relación funcional.

 

Diferentes vivencias de una o ambas partes pueden alejar a la pareja del equilibrio propuesto.

Cuando una pareja viene a la consulta terapéutica, en general han realizado varios intentos para solucionar el o los  problemas. En realidad esas “soluciones intentadas mantienen y complican aún más la relación. Para nosotros, los psicoterapéutas, es un camino que no tomaremos porque ya sabemos que no los llevó a la solución del o de los problemas, muy por el contrario, los condujo al mantenimiento de una mayor disfunción.

En el pedido de ayuda vienen buscando esa armonía perdida, por diferentes vicisitudes. 

 

El ir modificando algunas de esas reglas que ya no son funcionales, que están en la base de la construcción de la relación, el explicitar muchos implícitos, redefinir algunos mandatos, ir construyendo nuevos acuerdos, que no sean permanentes, que tengan la posibilidad de la flexibilidad para que puedan ir modificándose de acuerdo a las necesidades de alguno o de ambos miembros, es gran parte de lo que iremos haciendo en el proceso terapéutico.

Indudablemente, la comunicación es la base que permite llegar a nuevos caminos para solucionar los viejos problemas.

 

Existen muchas técnicas desde el modelo sistémico para trabajar con la pareja. Ante todo me parece básico saber si ambos quieren comprometerse en el proceso porque si no hay un sentimiento de amor en uno o en ambos, lo que podemos hacer es ayudar a una separación acordada, menos conflictiva. A veces los problemas tapan los sentimientos afectivos, hay más enojo, resentimiento, distancia emocional, etc. En esos casos, considero que una terapia de pareja puede llevar a aclarar la situación, gestionar los conflictos, e ir viendo, en el proceso terapéutico si se llega a un nuevo contrato de la relación o se llega a una separación elaborada por ambos miembros.

 

Luego de la primera sesión donde, como dije, somos cuatro los que conformamos el Sistema Terapéutico: cada uno de los miembros con su individualidad, la relación única entre ellos y el terapeuta con su conocimiento y su construcción de la realidad, cada uno de los miembros de la pareja cuenta su versión de lo que los trae a la consulta. 

Aquí comienza la posibilidad de “escuchar al otro” ya que la regla de la terapia que se propone es que no se interrumpan y hablen cada uno de la manera en que ve el problema.

Luego se abre a la interacción entre ambos y allí más que contarnos, vemos y sentimos lo que ocurre en esa relación. Los terapeutas vamos poniendo a prueba hipótesis, vamos entendiendo cuales han sido las soluciones fallidas, además de entender la circularidad de esa relación, la puntuación arbitraria de la secuencia de hechos. 

Se suelen dar tareas, yo doy la tarea de que cada miembro de la pareja traiga por escrito todos los cambios que desea que se realicen en esa relación y los que cada uno cree que debe realizar en forma individual para mejorar la relación. Creo que eso favorece que cada miembro se haga cargo de su parte y no ponga todo el problema en la otra parte.

 

Una de las técnicas que utilizo es “la escultura de la pareja”: sin hablar, un miembro tiene que poner al otro como si fuera que lo esculpe, en la posición en la que lo ve, la persona esculpida debe permanecer en silencio y obedecer las indicaciones del/de la  escultor/ra,  luego se coloca a sí misma/o en la escena. Cada miembro hace un soliloquio por indicación del terapeuta, en el que tiene que expresar el sentimiento en ese momento. La propuesta continúa con la escena siguiente donde se intercambian los roles. Luego hago la puesta en común, vamos conversando, pacientes y terapeuta lo que sucedió. Es una propuesta psicodramática que aporta muchísimo sobre lo que ocurre en cada uno y en la relación, la palabra es más defensiva, la escena, el cuerpo, los sentimientos, son analógicos, metafóricos, verdaderos. 

 

Otra de las técnicas que podemos utilizar es “la escucha”. Se sugiere un ritual a realizar a la noche, en un cuarto en el que estén solos, uno permanece parado y el otro sentado, durante un cuarto de hora, el sentado permanece en silencio y el que está parado dice todo lo que quiere decir, sin ser interrumpido. Cada noche se van alternando, el parado se sienta y expresa todo lo que quiere. Ambos se sienten escuchados pero la consigna dice que no deben llevarlo a la cotidianeidad, porque ya se liberaron las tensiones. Como un cuarto de hora es mucho tiempo, se terminan antes los reproches y enojos y puede hablarse en tono más amable y de otros temas. Es un ejercicio que proporciona la posibilidad de escuchar y sentirse escuchado, como base para ir construyendo nuevos acuerdos relacionales. Luego de dos semanas, se analizan en la sesión y de acuerdo a los efectos que se produjeron, se decide como continuará el proceso terapéutico.

Existen muchos ejercicios y técnicas en función de mejorar la relación en base a mejorar la comunicación de los miembros de la pareja. Cuando se consulta por problemas sexuales, cuestiones que afectan la intimidad, es preferible no focalizarnos en la intimidad orientándonos solamente al aspecto sexual, el uso de la metáfora, ejercicios para llamar la atención del otro, la psico-educación sexual, los regalos sorpresa, el reencuentro con las historias de la relación, las salidas solos en espacios fuera de lo doméstico, etc. Son favorecedores del re-encuentro conyugal.

 

Un aspecto importante a considerar son los límites entre la pareja y los hijos. El sub-sistema conyugal debe diferenciarse del sub-sistema parental aunque estén compuestos por los mismos miembros. Evitar la intromisión de los hijos o de miembros de la familia de origen de alguno o de ambos miembros, es fundamental para preservar el espacio de la pareja.

En las relaciones familiares disfuncionales, uno de los hijos puede ser utilizado para impedir la intimidad de la pareja, pudiendo ser promovido por uno o ambos miembros. También puede ser triangulado y sostenido en una posición de poder por parte de uno de los miembros de la pareja, en contra del otro. Existen diversos tipos de triangulaciones rígidas que perjudican a los hijos y bloquean o dificultan la comunicación de la pareja.

En otras ocasiones, uno de los miembros no está lo suficientemente involucrado en la relación porque mantiene más lealtad con la familia de origen que con la familia nuclear.

 

Desde ya, las parejas a interacción violenta, la violencia de género, los conflictos no resueltos en relaciones anteriores proyectados en la nueva relación, la infidelidad, y muchas más problemáticas hacen que las parejas consulten para resolver sus conflictos. Pero en algunas ocasiones no son los dos miembros los motivados a realizar la consulta. Existen tiempos diferentes y ello no implica necesariamente un mal pronóstico. Es mejor trabajar con el miembro que esté motivado y luego, utilizando diferentes técnicas propias de la terapia sistémica, pueden producir un efecto de cambio en el miembro que no asiste.

 

El tema de la terapia de pareja es muy amplio y merece ser tratado en diferentes artículos, el actual es un panorama general que nos acerca un poco a su comprensión.

 

Indudablemente, los vínculos entre los miembros han evolucionado mucho desde nuestros modelos anteriores a la actualidad, debido sobre todo al cambio de la mujer y como esto ha influido en el pasaje del matrimonio institución a la unión consensuada entre los miembros, al aumento de las separaciones y nuevos matrimonios y por consiguiente al aumento de las familias ensambladas.

Las personas, las parejas, las familias, van modificándose, readaptándose y evolucionando en el tiempo de acuerdo a los cambios sociales y culturales. La posibilidad de flexibilización es parte de la funcionalidad y la rigidez implica un estancamiento, por lo tanto, un aumento de la disfuncionalidad del sistema.







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