NOTAS
¿QUÉ ES LA TERAPIA SISTÉMICA?
Al intentar resolver un problema, buscamos caminos y salidas conocidos, que responden a nuestra construcción de la realidad: mitos, valores, creencias, etc. Esto a veces crea círculos viciosos que agudizan los síntomas. La terapia sistémica plantea toda una concepción del cambio en psicoterapia, que va de la recursividad a la ampliación de alternativas. No se plantea el porqué del síntoma sino el para qué.
Centra su mirada en los mecanismos de mantenimiento de síntomas y, por lo tanto, en el “aquí y ahora”. El cambio se produce cuando se lleva al paciente a mirar otras perspectivas, nuevas realidades y nuevas soluciones. Para ello no hace falta un largo buceo en su historia, buscando el trauma originario, sino establecer nuevas miradas sobre viejos problemas.
Insatisfecha con algunos resultados, en la segunda mitad del siglo XX la psiquiatría empezó a observar que, cuando un paciente cambiaba, afectaba también a otros miembros de la familia. Comenzaron a describirse los síntomas de una persona como una conducta de respuesta a otra persona. La inclusión del contexto trae aparejada una nueva mirada en los conceptos tradicionales de salud/enfermedad. De esta manera, la terapia sistémica no es un nuevo método de tratamiento, sino un nuevo modo de conceptualizar los problemas humanos.
Está basada en una serie de premisas diferentes de la terapia individual intrapsíquica: la unidad de análisis es “el Sistema”, y las “interrelaciones entre el individuo y el sistema”. No se toman en cuenta los cuadros psicopatológicos que se aplicaban en la terapia individual. La patología no está depositada en un miembro de la familia, sino en la particular disfunción que atraviesa en algún momento de su Ciclo Vital. No se rotula de enfermo, se enfatizan los aspectos sanos de individuos y familias, y de la recuperación de los recursos autónomos. “Se deja de ver una parte para ver el todo.”
La epistemología sistémica se funda en el orden, la información y la Segunda Ley de la Termodinámica, con principios de la cibernética, la Teoría de los Sistemas y la Comunicación. La causalidad es de tipo circular, de naturaleza retroactiva. Se orienta hacia procesos comunicativos con intercambio de información entre entidades que se influyen recíprocamente. Se estudian los fenómenos en su globalidad, con la inclusión del científico dentro del sistema, “poniendo la objetividad entre paréntesis”.
Entre los creadores de los conceptos fundamentales de esta teoría surge “el grupo Bateson”, con Gregory Bateson, Watzlawick, Weakland, Jackson y Erickson, en Palo Alto, California. De allí se desprenden tres corrientes: la estratégica, la estructural y la existencial. Una segunda generación es la Escuela de Roma de Maurizio Andolfi y la Escuela de Milán de Mara Selvini Palazzoli. Comparten los criterios de toda terapia sistémica: la no división entre fase diagnóstica y fase de tratamiento: el tratamiento es un proceso, y es generalmente breve, movilizador, con una posición activa del terapeuta, enfatizando el cambio y las reglas disfuncionales del sistema, el uso de prescripciones directas y paradojales, la metáfora, el movimiento en el espacio, la integración con el cuerpo y la presencia del equipo terapéutico en Cámara Gesell.
En esta segunda generación se produce una evolución ideológica, ya que se jerarquizan las movidas individuales dentro del juego del sistema. Se apunta al cuestionamiento de cada miembro de la familia, y al compromiso con su propio momento vital. Se integran así los diferentes niveles sistémicos: biológicos, individuales, familiares y sociales.
Indudablemente, cada persona mira el mundo desde su propia realidad, desde su ventana construída a partir de los modelos recibidos, mensajes implícitos y explícitos, valores, ideologías, normas, costumbres, etc. Como terapeutas, podemos influir con el lenguaje sobre nuestros pacientes para crear nuevas realidades, encontrar nuevas ventanas, ampliar posibilidades y recursos.
El contexto terapéutico es un lugar de redefiniciones y de re-encuadres. Sin dejar de lado la teoría y la técnica, la reconstrucción de la realidad que ayudará al paciente será, en primer lugar, la actitud de “escuchar” y “ver” muy atentamente lo que el paciente nos dice y nos muestra.
Sólo si el terapeuta se adapta a la “imagen del mundo” del paciente, logrará una comunicación interpersonal, no cuestionadora de valores, en una actitud de aceptación: clima necesario para la redefinición de su realidad, para la incorporación de nuevas realidades, venciendo resistencias estériles.
Particularmente, incorporo cada vez más recursos psicodramáticos en las sesiones. La posibilidad que ofrece el juego en transformar lo trágico que lleva adherida la realidad, en algo creativo, liberador, flexibiliza las funciones estereotipadas de los diversos miembros del sistema, y libera las potencialidades creativas.
La terapia sistémica es aplicable tanto en tratamientos individuales, de pareja y familia. La considero particularmente recomendable cuando se consulta por niños, en el caso de dificultades matrimoniales, divorcios y re-matrimonios, en el caso de familias rígidas, con perturbaciones más severas.
Se adapta a las circunstancias actuales en cuanto a su brevedad, y es integrativa de los aspectos individuales, familiares y sociales. No obstante, en mi camino como terapeuta he aprendido un poco de todas las escuelas, así como también he desechado otro poco.
Me considero psicoterapeuta porque prevalece en mi el deseo de ayudar al otro, de construir con mis pacientes un vínculo humano y profundo, que nos transforme a ambos y nos haga CREAR y CRECER.
Lic. Lina Cappuccio