NOTAS
PSICOPATÍA: EL CAMALEÓN CAMBIA DE COLORES SEGÚN LA OCASIÓN
Los hay camaleones y camaleonas, me encontré con ambos sexos, a predominancia masculino, a lo largo de mi carrera como psicóloga. Una se inventó una enfermedad terminal con rasurado completo del pelo y anorexia para manipular a su marido y a todo un contexto que incluía a su pequeña hija. Otro logró que su mujer dejara su buen trabajo profesional, luego de tener a su hija para poderla cuidar mejor y a los pocos meses las dejó porque se fue con una vecina. Otro abandonó a su mujer e hija de un día para el otro por una pareja que tenía hacía años, con otro fulano pasó lo mismo, mientras seducen a su ex pareja y hace de buen papá, tiene otra mujer desde hace años en el interior del país donde dice que va a trabajar.
También los hay políticos, empresarios, barrenderos, médicos, etc. A mí me tocó una experiencia con un psicópata médico: un neumonólogo al que consulté por un derrame pleural. Era un encanto de profesional: no lucraba, teníamos comunicación por whatsapp donde podía mandarle mis estudios y consultar mis inquietudes y temores. Sabía que podía ser un cáncer o una tuberculosis pleural u otros virus en menor proporción. Luego de la operación, la biopsia me dio negativa en la parte oncológica, entonces decidió que sería tuberculosis a pesar de que aún no estaba el resultado del cultivo y nunca me hizo hacer una reacción, simplemente porque trabajé como psicóloga en un hospital durante varios años, “supuso” que la tenía. Luego de darme una medicación antituberculosa que me destruyó literalmente, generándome un aumento de enzimas hepáticas que me llevaban camino a una insuficiencia, decía que podía ser oncológico también, a pesar del estudio negativo. Le llevamos el material biopsiado (vidrios) para que él lo hiciese analizar por el equipo de anatomía patológica del Hospital Posadas, donde él trabaja o trabajaba (año 2018).
Aumentaba mi incertidumbre y desconfianza hacia él, por suerte conozco algo del funcionamiento de nuestro organismo y tengo familiares médicos. Sintetizando, a pesar de la larga angustia, nunca fue a llevar el material biopsiado al servicio de anatomía patológica para una segunda opinión, lo había “cajoneado” y me ponía excusas y acusaba a los profesionales del servicio de anatomía patológica de haberlo extraviado. Ante mis preguntas, había un cambio de tema, palabras huecas, en ese punto cuando yo ya sabía que la anatomía patológica estuvo bien hecha y que el cultivo para determinar tuberculosis arrojó resultado negativo.
Cuál era el beneficio de tenerme en vilo tantos meses, con miedo e incertidumbre, envenenándome con una medicación que me dañaba y dudando de los resultados de los exámenes médicos? No había beneficio económico porque me llevó al hospital. El beneficio era tenerme bajo su poder y control. Como le dije: “Usted no sabe si lo mío es un cáncer o una tuberculosis?, yo tengo claro su diagnóstico: usted es un PSICÓPATA”.
Detrás de la máscara de éste médico macanudo había un manipulador, que no siente culpa, seduce para tenerte bajo su poder. En mi caso, no era ninguno de esos dos diagnósticos. Otro neumonólogo al que consulté y mi familia donde hay varios profesionales médicos, junto a mi juicio crítico de la realidad conociendo mi cuerpo, me hicieron salir adelante, pero si es una persona con menos recursos y conocimiento, con una personalidad más débil, dependiente, sugestionable? Y sí, puede llevarla a la muerte.
En el prólogo de la sexta reimpresión de su libro “El Psicópata”, el Dr Vicente Garrido dice que es necesario que sepamos sobre las características de dicho “reptil” porque “puede darnos respuestas o sugerirnos soluciones, como me sucedió a mí, a episodios que han cruzado nuestras vidas, en un momento u otro, pero que quedaron sin respuesta. Porqué tal persona, a la que creía mi amiga, me hizo una jugada tan sucia que estuvo a punto de arruinar mi crédito profesional, ganado con tanto esfuerzo? ¿Porqué mi marido cambió de forma tan súbita, una vez que comprendió que ya me tenía “en el bote” y se dedicó a aprovecharse de todo lo que yo había conseguido?” (sic).
Es importante entender por nuestra salud mental que los psicópatas no son necesariamente los asesinos en serie o los violadores, esos que nos conmueven en el noticiero, muchos de ellos lo son, pero también están los psicópatas integrados, los que viven junto a nosotros detrás de la máscara de la decencia y amabilidad. El teatro y el cine se nutrió bastante con éstos personajes, desde las tragedias griegas, pasando por Shakespeare o las tantas películas que podemos ver en la televisión, pero qué nos pasa cuando estos camaleones entran en nuestra cotidianeidad? Es importante conocer sobre el tema porque sus actitudes nos confunden, nos desconciertan, nos llenan de culpa, y llegan a la violencia y a la locura.
Los psicópatas criminales son muy peligrosos ya que son muy violentos, maltratadores de mujeres y niños, violadores sistemáticos, asesinos a sueldo, dictadores violentos, suelen reincidir en sus delitos.
Muchos psicópatas son manipuladores y no se dedican al crimen. Pueden ser nuestros vecinos o nuestra pareja, nuestros compañeros de trabajo, nuestros políticos.
En general su tipo de comunicación es lo que definimos los terapeutas sistémicos, de tipo patológica: usan la descalificación, el cambio de tema, las generalizaciones, las racionalizaciones extremas.
Las características principales son su falta de empatía, porque disocian la emoción. Suelen conquistar con su seducción y simpatía, con su inteligencia, con el aparente dominio de sí, son asertivos, aparentan seguridad y pueden llegar a convencernos de su inocencia haciéndose “la víctima”, dramatizan muy bien, porque no sienten culpa, entonces su pedido de perdón es una mentira, porque “el otro” no es una persona para ellos, es una función, pueden usarte, abusarte, persuadirte de que estás equivocada, no confiar en vos misma/o, sembrarte la duda, colonizar tu mente.
Es importante entender que no son psicóticos, no tienen esa confusión entre la fantasía y la realidad, están ubicados en tiempo y espacio y son conscientes de sus actos. Suelen alienar a la buena gente que les cree, a la que tienen dominada, pero ellos no están alienados, a diferencia de los psicóticos que pueden delirar o alucinar, ellos son racionales y eligen su conducta. Son narcisistas, egocéntricos, poco sinceros o directamente mentirosos, explotadores, poco empáticos, engañan y suelen tener descontrol impulsivo.